La ULE evalúa en un estudio el impacto ambiental que generan las orquestas sinfónicas

Una investigación ha elaborado un Índice de calidad total y una Guía de clasificación, que servirán como base para futuros análisis de sostenibilidad en otras áreas.

La Revista Internacional de Estudios Ambientales publicó el pasado mes de abril un artículo que recoge un trabajo realizado en el Instituto de Medioambiente, Recursos Naturales y Biodiversidad (IMAREBIO) de la Universidad de León (ULE), en el que se analizaron varios parámetros de cinco orquestas sinfónicas profesionales (las de Castilla y León, Principado de Asturias, Galicia, Euskadi y Madrid) en la temporada 2015-16, con el fin de evaluar los impactos ambientales negativos que generan relacionados con su actividad.

Los resultados obtenidos indican que el parámetro de mayor impacto es el referido a la ‘gira de conciertos’, con un 40% del total, debido a las emisiones de CO2, seguido del ‘consumo de energía en la impresión de partituras’ (30%), la ‘contaminación acústica’ (20%) y, finalmente, la ‘eficiencia de la luz’ (10%).

La ponderación de los resultados, junto con la elaboración de subíndices de calidad, ha permitido la elaboración de un Índice de calidad total y una Guía de clasificación que van a hacer posible a partir de ahora analizar y comparar cualquier orquesta sinfónica.

El trabajo está firmado por Sergio Paniagua Bermejo, Alba Prado-Guerra, Luis Fernando Calvo Prieto y Mónica Santamarta Llorente. Ésta última explica que la idea “surgió a raíz de tener que realizar mi trabajo fin de grado de Ciencias Ambientales, -y añade que-, llevo vinculada al mundo de la música desde los 6 años y es algo a lo que siempre he dedicado mucho tiempo, así que quería realizar un trabajo que relacionase música y medioambiente”.

PROPUESTA PARA MEJORAR EL MEDIO AMBIENTE Y LA SALUD DE LOS INSTRUMENTISTAS

Santamarta, que también forma parte del coro Ángel Barja de Juventudes Musicales de la ULE, comenta que “al igual que se realizan auditorías ambientales a empresas y organismos públicos con el objetivo de mejorar su eficiencia energética y reducir los impactos medioambientales ocasionados, pensé que una orquesta sinfónica podía ser objeto de estudios similares. Y no desde la crítica, sino con la intención de poder implementar mejoras que supongan un beneficio para el medio ambiente, y al mismo tiempo para la salud de los propios instrumentistas”.

En el momento de plantear los argumentos de la investigación se tuvo en cuenta que la contaminación acústica se ha convertido en un problema relevante en nuestra sociedad y está considerado como un riesgo laboral más. “Cada vez es más frecuente, -explica la investigadora-, la realización de estudios dirigidos a evaluar la salud auditiva de las personas que forman parte de una orquesta, porque entre ensayos y conciertos, pasan mucho tiempo expuestos a niveles de presión sonora elevados”.

Por otro lado, tocar un instrumento musical requiere unas buenas condiciones de iluminación, que permitan leer las partituras sin realizar un esfuerzo visual excesivo y a una distancia que conceda al instrumentista cierta libertad espacial.

Esas partituras cuya lectura requiere de una buena iluminación, pueden estar impresas sobre papel, y la fabricación de papel es en nuestro país uno de los sectores industriales que más energía consume. El tipo de proceso de elaboración de la pulpa, la mezcla de los productos y la reutilización de papel son determinantes en el consumo energético.

UNA GUÍA ÚTIL PARA EVALUAR LA SOSTENIBILIDAD EN OTRAS ÁREAS POCO COMUNES

“También es necesario tener en cuenta, -añade Mónica Santamarta-, las emisiones generadas durante los desplazamientos de todos los miembros de la orquesta, no tanto para ensayos, sino para conciertos”. A este respecto hay que anotar que el artículo se refiere a Ley 34/2007, de calidad del aire y protección de la atmósfera, que incluye los transportes por carretera, así como por aire y por mar (otros medios de transporte y maquinaria móvil), como una de las fuentes importantes de emisión de contaminantes atmosféricos.

Teniendo en cuenta todos esos parámetros se elaboró un documento, a modo de ficha, que cualquier persona/orquesta puede utilizar, ya que solo se debe ir seleccionando la casilla correspondiente a sus características. Con las fórmulas del índice se introducen los valores de las diferentes casillas, y se obtiene un número que corresponde a una de las cinco categorías de calidad ambiental establecidas: (A,B,C,D y E).

La categoría A sería para aquellas orquestas que utilizan salas de ensayo con LED y buen aislamiento acústico, tienen las partituras en un EBook y se trasladan en coche compartido (muy importante esto último, de lo contrario el mejor medio de transporte en cuanto a emisiones es el tren).

A modo de conclusión se puede afirmar que los valores más altos de calidad relativa (80 sobre 100) se relacionaron con las orquestas sinfónicas que viajan en automóvil privado, usan el libro electrónico como soporte para sus partituras y ensayan en salas acústicamente aisladas, iluminadas con LED.

Finalmente, es importante destacar que este trabajo puede ser útil como base para futuros estudios relacionados con la evaluación de la sostenibilidad ambiental en otras áreas menos comunes, que podrá llevarse a cabo utilizando el método aplicado a las orquestas.

(Imágenes:   1.- Actuación de una orquesta sinfónica    2.- La autora del estudio, Mónica Santamarta Llorente  3.- Portada de la revista 'lnternational Journal of Enviromental Studies'      4.- Emisiones de C02 emitidas por las cinco orquestas sinfónicas estudiadas   5.- La autora de la investigación, en su actuación en La Verbena de la Paloma en el Auditorio de León,con el Coro de Juventudes Musicales de la ULE   6.- Orquesta Sinfónica de Castilla y León)