Investigadores de la ULE consideran clave proteger el suelo afectado por el fuego y advierten de que intervenir sin supervisión técnica agrava los daños

  • El Grupo de Ecología Aplicada y Teledetección (GEAT) de la ULE subraya la necesidad de actuar con rapidez y rigor científico tras los incendios, priorizando la protección del suelo y evitando restauraciones improvisadas que comprometan la recuperación de los ecosistemas
  • La catedrática de Ecología de la ULE, Elena Marcos, recuerda que los primeros meses tras el fuego son “críticos” y que “ningún árbol puede prosperar si el suelo que lo sostiene ha perdido sus propiedades”

León, 15 de septiembre de 2025. Tras los devastadores incendios que este verano han arrasado más de 140.000 hectáreas en Castilla y León, el Grupo de Ecología Aplicada y Teledetección (GEAT) de la Universidad de León, con más de 40 años de experiencia en investigación sobre Ecología del Fuego, destaca que estos incendios han puesto de manifiesto un aspecto crítico y “a menudo olvidado” en la reconstrucción de los ecosistemas: la conservación del suelo. La catedrática de Ecología y miembro del grupo GEAT Elena Marcos advierte de que “la protección del suelo debe situarse en el centro de las estrategias de gestión post-incendio” y considera “fundamental” que no se realicen intervenciones sin la supervisión de técnicos especializados porque “una actuación mal planificada puede causar más daño que beneficio”.

Los primeros meses tras el fuego son “críticos”, expone, pero la reforestación por sí sola no garantiza la recuperación de los bosques porque “ningún árbol puede prosperar si el suelo que lo sostiene ha perdido sus propiedades” porque “el suelo no es sólo tierra: es un sistema vivo y complejo que almacena nutrientes, regula el ciclo del agua y sostiene la biodiversidad. Tras un incendio, protegerlo es invertir en el futuro”.

Desde GEAT explican que el fuego afecta principalmente a la capa superficial del suelo, donde se concentran la materia orgánica y los nutrientes esenciales y las consecuencias más graves son la pérdida de fertilidad, el aumento de la repelencia al agua y el riesgo de erosión. Las lluvias, tras el fuego, si son intensas pueden arrastrar la capa fértil, comprometiendo la regeneración natural del bosque y afectando también a ríos, embalses y vida acuática; mientras que, si llueve de manera suave y constante, esa agua favorece la infiltración de cenizas, aportando nutrientes, prolongando el aumento temporal de fertilidad y facilitando la germinación de semillas.

PRIORIZAR LAS ZONAS DE ACTUACIÓN

Para reducir estos impactos, los investigadores de la Universidad de León recomiendan aplicar de manera temprana medidas de restauración como barreras vegetales, acolchado con paja, siembras de especies fijadoras o la construcción de fajinas. Todo ello, insisten, debe hacerse bajo supervisión técnica, evitando intervenciones improvisadas que pueden causar más daño que beneficio Los primeros meses tras el fuego son críticos

El grupo GEAT trabaja con imágenes satelitales y validaciones de campo para elaborar mapas precisos que permitan priorizar las zonas de actuación en función de la severidad del incendio, la pendiente y la vulnerabilidad de los ecosistemas. El grupo subraya la necesidad de contar con un fondo de emergencia específico que permita actuar de inmediato tras un incendio, sin retrasos burocráticos.

SUELOS, UN PATRIMONIO FRÁGIL

“El reto es grande, pero también lo es la oportunidad: entender que el suelo no es un recurso inagotable, sino un patrimonio frágil que sostiene la biodiversidad, la agricultura y la vida misma. Tras el fuego, su cuidado debe convertirse en una prioridad colectiva. Comprenderlo y gestionarlo adecuadamente nos permitirá no solo restaurar los ecosistemas calcinados, sino también construir una relación más responsable con uno de los recursos más esenciales para la vida en el planeta”, concluye Elena Marcos.

(FOTOS 1.- la Catedrática de Ecología de la ULE Elena Marcos en la zona quemada por el incendio de Castrocalbón (León) 2.- Pinar de Pinus pinaster afectado por el incendio de Castrocalbón en agosto de 2025, con pérdida de su aprovechamiento resinero. 3.- En la imagen de la izquierda se observa un suelo afectado por baja severidad donde hay un predominio de restos parcialmente carbonizados. En la imagen de la derecha se observa un suelo afectado por alta severidad con los primeros seis centímetros formados por una mezcla de cenizas y suelo desestructurado)