Investigadores de la ULE descifran el clima de la Sierra de la Cabrera (Zamora) hace cinco millones de años

El equipo de la Escuela de Minas formado por Javier Fernández Lozano, Pablo Caldevilla, Fernando Gómez y Antonio Bernardo, describió en esta zona de Zamora, las primeras estructuras de estromatolitos identificadas en España.

Con apenas 30 habitantes, la localidad zamorana de Villalverde cuenta con uno de los fenómenos geológicos más extraordinarios que se conocen en la provincia y que ha sido descifrado por un equipo de la Escuela Superior y Técnica de Ingenieros de Minas de la Universidad de León (ULE). El equipo de investigación, formado por Javier Fernández Lozano, Pablo Caldevilla, Fernando Gómez Fernández y Antonio Bernardo Sánchez, ha  logrado conocer cómo era el clima y la geografía de La Carballeda hace unos cinco millones de años gracias a un grupo de bacterias preservadas en la roca.

“Los estromatolitos son estructuras formadas por algas, las más antiguas conocidas en nuestro planeta. Estas estructuras aparecen en el registro geológico desde hace 3.500 millones de años hasta la actualidad, pero suelen vivir en ambientes complejos como zonas áridas y ambientes salinos, donde los depredadores no suelen destruirlos. Esto hace que su preservación sea difícil, por lo que sólo los más antiguos tienden a conservarse”, explica Javier Fernández. Sin embargo, en la localidad de Villalverde se han preservado una serie de estructuras en forma de columnas y láminas que representan los restos de actividad biológica ocurrida hace cinco millones de años, durante el periodo geológico denominado plio-cuaternario.

Estos mantos microalgales están preservados en hierro, en unas formaciones geológicas muy particulares, desarrolladas durante la formación de los relieves de la Sierra de La Cabrera, y marcan el inicio de la formación del río Valtorno tal y como se conoce hoy. Los investigadores tomaron muestras que analizaron al microscopio electrónico de barrido, donde observaron la formación de láminas ricas en hierro que alternan con distintas composiciones. En ese proceso hallaron restos de potasio y fósforo, elementos fundamentales para la vida. “Esto nos hizo pensar en la actividad metabólica de bacterias para dar lugar a la precipitación de partículas de hierro. Algo muy parecido a lo que sucede en la actualidad con las bacterias del género Thiobacillus (ferrooxidans), responsables de la rotura de tuberías en las viviendas”, asegura Fernández Lozano.

Estas bacterias vivían en las zonas encharcadas que quedaban aisladas durante las crecidas del antiguo río Valtorno y se secaban al sol produciendo estas costras ferruginosas. Cuando el encharcamiento era bajo, las estructuras se desarrollaban formando láminas, mientras que cuando el nivel del agua subía, las bacterias trabajaban para crecer formando columnas. “Estas condiciones son muy especiales, ya que para que se preserven estos mantos de algas son necesarias unas condiciones extremas, donde no existan depredadores que puedan alimentarse de ellas”.

Así, los investigadores han logrado establecer el clima del pasado. Los sedimentos continentales que forman las llanuras de Villalverde se formaron durante un periodo de extrema aridez, cuando los relieves estaban aún en formación, y los ríos y torrentes procedentes de las montañas dejaban zonas de la llanura encharcadas de forma estacional, con procesos de encharcamiento y desecación que facilitaron el rápido crecimiento de algas capaces de formar estas estructuras estromatolíticas.

Es la primera vez en España que se describen estas estructuras ferruginosas en depósitos geológicos de esta edad, aunque como explicaron en la 68 Sesión Científica de la Sociedad Geológica celebrada online durante la pandemia, es probable que puedan encontrarse en otras zonas de la cuenca del Duero.