La ULE se suma al Día Internacional por la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres

La Red de Unidades de Igualdad de Género para la Excelencia Universitaria (RUIGEU) ha hecho público un manifiesto por el 25 de noviembre y la ULE difundirá mañana un video de Teatro El Mayal en apoyo a las víctimas de violencia de género y convoca a toda la comunidad universitaria en la misma jornada a un minuto de silencio (12:00 horas).

La Universidad de León (ULE), a través de la Unidad de Igualdad del Vicerrectorado de Responsabilidad Social, Cultura y Deporte, manifiesta su solidaridad con las víctimas de violencia de género a través de las distintas acciones convocadas con motivo del Día Internacional por la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, mañana 25 de noviembre.

Además de sumarse al manifiesto de la Red de Unidades de Igualdad de Género para la Excelencia Universitaria (RUIGEU), la compañía Teatro El Mayal-ULE ha participado en un video que se difundirá a través de redes sociales, la web de la ULE y los distintos canales divulgativos de unileon.es, y mañana miércoles está convocado un minuto de silencio a las 12:00 horas que dada la situación actual será realizado por cada miembro de la comunidad universitaria en el lugar más próximo al desempeño de su trabajo o zona de estudios, y siempre respetando la distancia social y las medidas sanitarias exigidas en la situación actual.

El video realizado por Teatro El Mayal-ULE y Bambara Zinema deja clara la postura de la comunidad universitaria respecto a esta lacra social. El trabajo elaborado a propuesta del Área Social de la ULE está protagonizado por la actriz Diana Robles, con guión y dirección de Javier R. de la Varga, sonido de Elisa García Álvarez y realización y postproducción de Isabel Medarde.

MANIFIESTO POR LA RED DE UNIDADES DE IGUALDAD DE GÉNERO (RUIGEU)

En la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, en 1993 Naciones Unidas la definía como “todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada”. Sin duda, la violencia contra las mujeres es la expresión más dramática de la desigualdad de género en el mundo y, desde 1995, en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer celebrada en Beijing, está considerada como uno de los principales temas de preocupación mundial que tanto la normativa internacional como europea y estatal han ido incorporando. Las violencias contra las mujeres son también una amenaza para la salud pública mundial y, en condiciones de emergencia como la actual pandemia COVID-19, tienden a aumentar. Ante tales circunstancias, las universidades deben poner énfasis en hacer visible la persistencia de las violencias y paliar su impacto.

Como en cualquier otro ámbito de nuestra sociedad, en las universidades también se viven diferentes formas de violencia y discriminación basadas en las relaciones asimétricas de poder entre mujeres y hombres, pudiendo ser aulas y campus escenarios de conductas sexistas y violencias sexuales. Se trata, sin duda, de un problema para los gobiernos universitarios que, ante la falta de denuncias formalizadas, puede fácilmente percibirse como algo puntual, fortuito o esporádico, lo que invisibiliza, o al menos minimiza el fenómeno.

La dificultad de llegar a toda la comunidad universitaria para que conozca el posicionamiento contra las violencias machistas de los órganos de gobierno universitarios, el desconocimiento de las estructuras de apoyo con que puede contar la persona que sufre una agresión machista, la normalización de las conductas sexistas, el sentimiento de culpa y el miedo a denunciar de las víctimas, la falta de mentoras o acompañantes, procedimientos de excesiva complejidad, la hostilidad del agresor y su entorno y los efectos perversos que la denuncia puede implicar en la carrera profesional o académica, son algunas de las causas de la invisibilidad de este tipo de violencias en el seno de las universidades.

El compromiso firme y contundente en las declaraciones institucionales contra la violencia machista, la formación y sensibilización en la materia para todo el personal que trabaja en las universidades, especialmente la formación específica de las personas que integren las comisiones derivadas de los protocolos de actuación ante el acoso sexual y por razón de sexo, la difusión y proyección del trabajo de las Unidades de Igualdad como estructuras universitarias orientadas a luchar contra las agresiones machistas, los protocolos de actuación frente al acoso sexual y por razón de sexo sencillos y con procedimientos ágiles y no disuasorios ni revictimizadores para quien sufra una agresión de esa naturaleza, son instrumentos esenciales para luchar contra las violencias machistas dentro de las universidades.

Para ello es imprescindible que las universidades dispongan de recursos humanos y materiales suficientes y permanentes, resultado de una distribución equitativa y racional de los recursos del Pacto de Estado (acción octava), facilitando con ello la realización de estudios e informes de impacto de los diferentes indicadores de acoso y agresiones en su ámbito de competencia.

Las universidades, como generadoras y transmisoras de conocimiento y valores, han de ser referentes en el compromiso de hacer efectivo el principio de igualdad y la erradicación de las violencias contra las mujeres. No dar la espalda a la realidad es el primer paso. Para las universidades, contribuir a un mundo más justo, es tanto un reto como un deber inexcusable.

(Fotografías: 1, 2, 3, y 5: fotogramas del video realizado por Teatro El Mayal / 4- Cartel de este año del Día Internacional por la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres)